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En Le tombeau de Couperin, es una obra compuesta originalmente para piano en 1917 por Maurice Ravel quien expresó en ella su sensibilidad moderna sumada a los colores del siglo XVIII. Lo describió como un homenaje dirigido más al propio Couperin, que a la música francesa del siglo XVIII». En 1919 Ravel transforma cuatro movimientos de la obra en una brillante pieza orquestal.
El compositor francés Gabriel Fauré compuso su Pelléas et Mélisande para la producción londinense de la pieza de teatro homónima del simbolista belga Maurice Maeterlinck, drama que trata del amor maldito y prohibido de los personajes que dan nombre a la obra. Aunque la obra de Maeterlinck inspiró a grandes compositores (Debussy, Sibelius y Schoenberg entre otros) la obra de Fauré fue la primera en ser interpretada públicamente en 1898.
Amante de las Islas Británicas, el compositor alemán Felix Mendelssohn se inspiró en una visita a Escocia en 1829 para escribir dos importantes obras: la obertura Las Hébridas y la Sinfonía “Escocesa”. Esta sinfonía está dedicada a la Reina Victoria y fue estrenada en 1842 en Leipzig. En relación con esta última, escribió extensamente sus impresiones de una visita a las escarpadas ruinas de Holyrood: «Fuimos, en el profundo crepúsculo, al Palacio de Holyrood, donde la Reina María vivió y amó.
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